Jesús Viso – Pregón de la Semana Santa

Compañero digno en el Sacerdocio, Excelentísimo Señor Alcalde, Presidente y Junta permanente de la Semana Santa. Queridas hermanas y hermanos.

Jesús Viso Padre Mercedario
Padre Mercedario Jesús Viso

Señor, ábreme los labios para que pronuncien tu alabanza y que a los cuatro vientos y en los corazones del pueblo de Herencia, mi pueblo, resuene este pregón que anuncia buenas noticias, la mejor de las noticias: “Que Dios nos sigue amando”.

Dentro de unos días celebraremos la Semana Santa, a la que me atrevo a comparar como un libro abierto de hermosas lecciones, siempre vivo, que no pasa nunca y donde pisamos en verdad tierra sagrada. La gran Teofanía, la más cercana presencia de Dios.

Se rompen todos los limites. Podemos ver y no llegamos a ver, porque es misterio hasta dónde llega el dolor y hasta dónde llega el amor, hasta dónde llega el rebajamiento y hasta dónde llega la exaltación, hasta dónde llega la ofensa y hasta dónde llega el perdón, hasta dónde llega la mezquindad y hasta dónde llega la entrega, hasta dónde llega la muerte y hasta dónde llega la vida.

El dolor y el amor: Conocemos bien los pasos que recorren las calles estos días. Cristo es Varón de dolores, en su cuerpo y en su alma. Pero toda esta Pasión está asumida y animada por el amor. Por eso es Redentora.

El rebajamiento y la exaltación: La ley de la encarnación toca fondo, bajó hasta lo más hondo y oscuro del sufrimiento humano. Se rebajó y se humilló hasta la muerte, hasta el infierno. Pero ya San Juan nos advierte que el crucifijo es el exaltado, la Cruz es el trono de Cristo, el Señor.nazareno-cristo-cruz-acuestas

La ofensa y el perdón: El hombre condena injustamente a Dios. Dios quiere venir a la Tierra y le decimos que este no es su sitio. Marginado en su nacimiento, excluido en la cruz. A los beneficios y bendiciones de Cristo “Todo lo hizo bien” se responde con ultrajes y maldiciones. Pero él sigue bendiciendo y perdonando,  y seguirá siempre con nosotros, aunque sea en la marginación, en el ateísmo y en la indiferencia.

La mezquindad y la entrega: Nos convencemos de la pequeñez hondamente estrecha, ojos ciegos, manos cerradas, corazón ruin. No ve, no comprende, no acoge, no comparte, no agradece, no ama. Tiene una vara de medir muy estrecha, muy corta y rigurosa: lo que diga la ley, lo que ordene el poder, que es el Dios de mucho hoy día. Cristo, sin embargo, ofrecía a manos llenas Espíritu, Gracia y Libertad, pero el hombre se queda con su medida y con su
yugo. Aplican esta medida a Cristo y dicen que no se ajusta, por eso lo matan, les estorba, y es que la luz estorba a los que quieren la tiniebla y la honradez molesta a los “chupópteros”. Pero Cristo sigue bendiciendo, sigue regalando y sigue entregándose por todos, incluso los que lo ignoran y sigue entregándolo todo, hasta su cuerpo, su sangre y su Espíritu.

La muerte y la vida: El hombre sufre muchas clases de muerte: en el cuerpo y en el alma. Ahí están las noches, las angustias, las soledades, los abandonos, las traiciones, la desesperanza, la falta de sentido, la pena, el miedo, la dependencia… Cristo asumió todas las muertes, pero fue encendiendo una luz en cada una, y en todas puso la medicina mejor. Era por el toque del Espíritu, por la semilla del amor, y al final será la vida, la Vida en plenitud.

Por eso la Semana Santa es el libro siempre vivo, no es cosa del pasado. La Pasión y la Pascua se prolongan. Miramos al Cristo del siglo I y al Cristo del siglo XXI. ¡Qué garantía: son dos mil años! Los que celebramos la Semana Santa, a pesar de tumultos impetuosos de los sucedáneos de la verdad, de la traición y del engaño. Semana Santa, fuente de Gracia y Salvación donde los pasos del Señor y de la Virgen nos catequizan para seguir las huellas de un Dios encarnado que es dulce locura de amor y de misericordia, porque es de carne y hueso como tú y como yo, es persona y sigue VIVO.

Domingo de ramos - borriqilla

Recuerdo de niño que la borriquita me fascinaba, y todos los niños, con nuestros ramos de olivo, acompañábamos al Señor y recuerdo que mi abuela Mercedes me encargaba un ramo grande para la viña, queella encargaba al peón que pusiera una hojita de olivo en cada cepa y así no le afectaría el “pedrisco”: era Oliva Santa, la que causaba respeto en la gente sencilla y buena de nuestro pueblo.

I
Aunque las palmas se inclinan
a tu paso… y aunque los vientos
te lleven las voces
que en Ti saludan a Dios…
Señor de la toga blanca,
Señor del claro color,
Señor de la Borriquilla,
Señor del bendito olor,
a Jerusalén no pases,
Amado, no pases, no.
Aunque de Olivos te hagan
un verde dosel de amor,
y te besen las sandalias,
y te llamen Redentor…
Señor de los dulces ojos,
Señor de la tierna voz,
Señor del esbelto cuerpo,
Señor de la risa en flor,
a Jerusalén no pases,
Amado, no pases, no.

Aunque las bocas sonrían
y todos te miren con
el servilismo rendido
de la falsa devoción…
Señor del andar süave,
Señor del divino Amor,
Señor que siembras milagros,
Señor, con tu bendición,
a Jerusalén no pases,
Amado, no pases, no.

Aunque te deban la Gracia,
aunque te deban Amor,
Aunque te deban la Vida
por tu noble mediación…
Señor de la mano alada,
Señor del nombre de Dios,
Señor que abate el pecado,
Señor que cura el dolor…
a Jerusalén no pases,
Amado, no pases, no.

Aunque todo lo creado
clame en Ti su creación,
y te acaricie la brisa
entre los rayos del sol,
y el arroyo más reciente
te dé su virgen rumor,
y las palmas te saluden,
y te llamen Salvador…
a Jerusalén no pases,
Amado, no pases, no.

Que hay una Cruz preparada
y una ruta de dolor,
y una corona de espinas
sobre tu flagelación,
y un abandono de aquellos
que te llaman Redentor.
¡Sálvate Tú, que aún es tiempo,
mi Divino Salvador!
a Jerusalén no pases,
Amado, no pases, no…
¡¡¡Pero siguió su camino
y en Jerusalén entró!!!

El Domingo de Ramos es como un reconocimiento popular de la realeza de Cristo, como la entronización del Mesías. Dios hablaba a través de los niños y la gente sencilla. Cristo, aún en el día de su triunfo, no pierde el encanto de la humildad. Entra triunfante en Jerusalén, pero sentado en un burrito, aclamado por los pobres y derramando lágrimas de compasión.

II
Domingo de Ramos. No hay fiesta que viva
con más esplendores el pueblo cristiano.
Para Jesucristo, la rama de oliva
o la grácil palma que tiembla en la mano
¡Sencillo homenaje para un Soberano!
Sencillo sería si Cristo midiera
con las vanidades las veneraciones,
pero El hizo humilde la fe más sincera
y así se suceden las generaciones,
siguiendo esa fe permanente y viva,
llevando sencilla la rama de Oliva.
La vida ha perdido su encanto pasado
de paz y armonía, es agrio el vivir
y apenas vencida ya está a nuestro lado
trayendo la lucha de un nuevo sufrir.
Llegó la abundancia, se perdió el sosiego
y entre las negruras hoy la Humanidad
tiene el vacilante caminar del ciego
que busca impaciente la clara verdad.
Pero hay que soñar. Y sobre este oscuro
horizonte triste de la realidad,
soñar santamente con ese futuro.
¡Y dando a este sueño la fe, porque viva,
llevemos alegres la palma de Oliva!
Pero el mundo todo: los grandes loores,
el oro, los himnos, las aclamaciones…
¡Gritad vanamente vuestras ilusiones,
que pasan altivos los dominadores!
Repartos del mundo que rompe la Historia,
carrozas doradas… bienes materiales…
y, entre mil banderas, desfiles triunfales
que recios pregonan la humana victoria.
Jesús sólo quiere la fe sensitiva,
llevemos humildes la rama de Oliva!
Y acaso es posible, si así lo quisiera
quien todo lo puede, que la paz naciera
antes en las manos que ofrecen amor
que en las poderosas que crean la quimera
de un mundo endiosado de espalda al Señor;
pongamos si acaso la primera piedra.
Y frente a este mundo de fe vengativa
¡¡ llevemos nosotros la rama de oliva!!

Semana del Dios de amor y de Gracia, mi Semana Santa, de todos los herencianos presentes y ausentes. No sólo es la cultura, debe ser la fe, ¿qué es la cultura sin la fe? Fe es motor, fe es que la vida no termine y se encarne en la persona, que en lo más profundo de nuestra existencia exista la presencia de Dios que nos transmitieron nuestros mayores, nuestros herencianos, nuestros padres, que nos señalaban que Jesucristo es nuestro Señor: el Dios de la Verdad, del amor y de la esperanza.

Todo no termina aquí, hay algo hermoso y grande.

estandarte-crucificado-herenciaSemana Santa de mi pueblo; hermandades, penitentes, bandas de música y jóvenes que pululan en este ámbito con ensayos, con sus pasos de Cristo y María. La Iglesia está y estará con nosotros. Las hermandades somos Iglesia porque Iglesia es Madre y es Jesucristo.

Quiero tener un breve recuerdo para todas las hermandades de Herencia.

Hermandad del Cristo de la Columna, no sé cuáles fueron sus fundadores, pero sí recordar a Pedro Almoguera y a su hermana Olimpia Yanguas, y a tantos otros 1 que hicieron posible esta hermandad. Recuerdo a Olallo, que tocaba en la banda de cornetas y tambores y, cómo no, recordar a mi mejor amigo, Germán, que fue también “tamborero” de nuestra hermandad, porque mi primo Alfonso y yo vestimos su túnica nazarena.

Y qué decir del Santísimo Cristo de la Misericordia, de su fundador, Juan Ramón Ramírez, y de Manuel Díaz Picazo, “Manolillo”, padre e hijo. De nuestro Cristo, el de la capa y la caña, el de la barca, el de la capa mojada. Me contaba mi abuela que la santera le decía: “¿Dónde has estado esta noche, que tienes la capa mojada?”. Mi Cristo. Yo he sido hermano tuyo y sigo siéndolo.

“Benditos sean tus ojos, Jesús de mi corazón, que quieres que te imploremos Misericordia y Perdón”.
“Como si fueras un reo tienes las manos atadas y por cetro te pusieron los judíos una caña (y  quieres que te pidamos Misericordia y la Gracia)”.

El Nazareno de Herencia, el de la túnica morada es nazareno y cirineo a la vez, lleva en sus hombros la Cruz, pero también es nuestro cirineo; es capaz de ayudar a todos los hombres del mundo a llevar sus cruces. Un recuerdo especial para que desde el cielo nos bendiga nuestro hermano y amigo Gabriel Mora, también para Melitona y toda su familia Mora, y qué sigan luchando por su hermandad, que continúen con su fe en el de la Cruz en el hombro, en la hermandad de los moraos, a su banda, que contribuye a su esplendor, y, cómo no, a Mariano Alonso y Lola, que donaron la bendita imagen que ahora veneramos.
Virgen de la Amargura, donada por Manuel Fernández Paniagua, alias “el beato”. Amargura de Dios, amargura de María, que mi amigo del alma, hombre bueno y Jerezano, de raza morena, como la de Jesús Nazareno, dedicara a su Virgen de la Amargura.

 

III
Aquí estoy, Madre Amargura,
llegué y empujé tu puerta;
empápame con tus besos,
perdóname mis ausencias,
regálame tu ternura,
ilumina mis tinieblas,
llena tú mi corazón
de la paz que tanto anhela
y déjame que te diga
con mi voz y con mi pena
que eres Reina de los Cielos,
eres Crisol de pureza,
eres jazmín celestial,
eres de Gracia la esencia.
“Emperaora” de amor,
camino de Gloria cierta:
y eres la Madre de Dios
por esa hermosura eterna.
¡Amargura! madre mía,
que nunca pare mi lengua
de cantarte y bendecirte
¡por siempre bendita seas!

San Juan y María Magdalena acompañan a María en su Amargura y la Verónica, la mujer anónima del pueblo sencillo limpia el rostro del Bendito Nazareno.

Quizá todos los personajes del camino del Calvario están plastificados en esta hermandad, “los moraos”, “los nazarenos con la cruz al hombro”, “los de la cruz”. Con la pesada cruz sube al Calvario, el cirineo de todas nuestras cruces para consumar con su muerte la Historia más grande de todos los amores del mundo.

El que es la palabra acaba con  siete palabras, siete sacramentos que brotarán de su costado divino, de la fuente de su corazón.

Primera Palabra
Tirada por dos cuerdas, con premura,
se va alzando la Cruz. Tanto chirría
la madera al subir, que se diría
siente en sí la Pasión y la Amargura.

Cómo le duele ser la arquitectura
en donde Dios sostiene su agonía…
Tiembla un momento, se oscurece el día,
y quieta queda ya sobre la altura.

Huele a sangre y sudor. La Vida muere.
La multitud le escupe, ofende, hiere,
y ni aún así sus odios satisfacen.

“Perdónalos, Señor” tiembla en el viento
la angustia enamorada de su acento
“porque en verdad no saben lo que
hacen”

Segunda Palabra
Ha vencido al dolor de ser clavado
con el propio dolor que le despierta.
Y es el dolor quien le fustiga: Alerta,
todavía tu dolor no ha terminado.

Aún te queda escuchar que ha blasfemado
quien duda de un poder que no liberta,
porque en la cruz del alma su fe muerta
le niega a Dios el ser crucificado.

Le niega decidir a su albedrío
si vale el sacrificio el resultado,
si merece pasión tanto desvío.

“Yo creo en ti, Señor; en ti confío”
Y le contesta a Dimas: “Te has salvado,
tú gozarás del Paraíso mío”.

Tercera Palabra
Miraba a Juan, rendida en su postura,
– el horror superándole lo santo
queriendo consolar en su quebranto
a la divina Madre sin ventura.

Y a la Virgen, nevada en nieve pura,
como amparando a Juan bajo su manto.
Y a los dos sin consuelo para el llanto
en la tremenda soledad oscura.

¡Oh, no! Ha de evitarles la agonía
de aquella soledad donde él se hiela,
porque tanto dolor no le taladre
el corazón purísimo a María.

“Mujer. He aquí a tu hijo” le consuela
mientras le dice a Juan: “Esta es tu Madre”.

Cuarta Palabra
Hasta Dios tiene un límite en lo humano,
y es tanto el sufrimiento que padece,
que lo que crece el hombre Dios decrece
desasistido de su propia mano.

Cómo decrece el hombre, y qué tirano
cuando todo dolor le entenebrece
y no tiene ni un Dios a quien le rece
porque es Dios, en si mismo, soberano.

Mas si es hombre Jesús para el tormento,
como un hombre cualquier busca aliento
en la ayuda de Dios, desesperado.

Y transido de heridas y amarguras
dama, con su mirada en las alturas:
“Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”.

Quinta Palabra
He comprendido, Cristo, tuagonía
por la sed espantosa que sufriera
tu amantísima boca, ¡si pudiera,
oh, cuánta agua sin hiel te entregaría!

Mas no era agua, Señor, lo que pedía
la angustia de tu dulce primavera.
Era el alma sedienta que pidiera
sólo un agua de amor, y se moría.

“Tengo sed”, fue tu grito conmovido,
sed amorosa de encontrar la mano
que te dejase menos desvalido.

Tu ruego, “tengo sed”, vibra lejano,
pero siguiendo igual de incomprendido,
vigente está sobre el presente humano.

Sexta Palabra
Ya le pesan los párpados dolidos,
las rosas de sus manos se extenúan
en hilillos de sangre que fluctúan
por canales de huesos contraídos.

Sufre la plenitud de los sentidos
que a dentelladas de dolor actúan;
y los espasmos, sin piedad, gradúan
compases de la muerte los latidos.

Ya en la inconsciencia mueren sus dolores.
Se le han secado todos los sudores
y no mana la sangre del costado.

Próximo está el final, ¡con qué armonía
se mira en la mirada de María
y dice así: “Todo está consumado”.

Septima Palabra
Y era verdad. “Todo se ha consumado”,
herido el corazón, el alma herida
son su carne desnuda y tan vestida
de un cárdeno sayal ya coagulado.

Seca la boca. Abierto su costado.
La mirada sin ver, estremecida.
Y el último estertor, casi sin vida,
colgándole del labio desgajado.

Y se escuchó su voz: “Padre, en tus manos
encomiendo mi espíritu”. Expiraba.
¡Muerto quien daba vida a los humanos!

La tiniebla, cubriendo el claro día
como una voz del Cielo proclamaba
que era Dios, ciertamente, quien moría.

cristo-del-buen-poder

Ya está en la Cruz la Vida muerta para que la muerte no tenga la última palabra. Hermandad del Señor de los Afligidos, Señor de la Aflicción de los hombres. La Hermandad de las cadenas arrastra, la del cinturón de esparto, la de la sobria túnica negra. Quiero recordar a todas las personas que lucharon por esta hermandad y las que siguen trabajando: Ana, la santera del “Santo” que tantas veces me abría la puerta para visitar al Señor, a José Ramírez y a tantos otros que seguiría enumerando.

Rostro afable de mi Redentor, ¡qué muerte tan sublime, tan sereno que afligido de amor en el madero has borrado la muerte y la aflicción!

Le acompaña María en su Soledad, con todos los solitarios del mundo, con los despreciados de la sociedad, los que nadie escucha porque no producen y son el estorbo de los progresos sin entrañas. Señora solitaria, quiero acompañarte.

 

IV
La luz del atardecer
no te puede consolar
cuando sales en tu paso,
Virgen de la Soledad.
Y llora la creación
con un llanto de coral
cuando te mira a las manos,
Virgen de la Soledad.
Y dice la brisa azul:
qué solita viene ya
con su pañuelo en la mano
derrochando majestad.
Tu Hijo murió en la cruz
y bajándolo ya están,
y ante tus ojos llorosos
te lo han puesto, Soledad.

Es la hora del entierro, del “Entierro Cristo”, como se dice en nuestro pueblo, no del entierro de Cristo, sino ¡¡¡del Entierro Cristo!!!

 

V
Ya está su cuerpo inerte y en la urna,
con su sudario mi Redentor, ya yace
la Carne muerta que es Vida, que renace
la carne del amor que es siempre Vida.
Es la palabra, la fe, la eucaristía,
la luz más clara que ilumina al mundo,

este mundo de tiniebla y agonía.
Él no puede morir porque es la vida,
es mi amor y tu amor. Él es la llama
que enciende con su ardor y con su
Gracia
el frío y la tibieza de las almas.

estandarte-santo-entierro

 

Mi querida Hermandad del San Entierro, grato recuerdo para Petro García Navas, José Antonio Fernández  Caballero y otros más que desde el cielo nos bendicen, cómplices de nuestra Semana Santa. No dejaría en el olvido a Rosario Sanz, que tanto cariño y devoción sentía por su Cristo yacente, al que tan veces exorné con flores su paso, para que la tristeza de la muerte pareciese primavera de resurrección. Santo Entierro, hermandad de mis amigos Julián Pedro y Antoñito Palmero.

 

 

 

 

VI
Excelsa fue tu muerte, Jesús mío,
a pesar de la calle de Amargura,
sobriamente rendida tu figura,
conserva la belleza su albedrío.

Se va secando el caudaloso río
de tu costado en flor de calentura,
y ni la sangre rompe la hermosura
de una grandeza impar por su desvío.

Apacibles tus ojos, sosegada
la boca que sembró tantas verdades,
tranquila tu cabeza reclinada…

Qué majestad la de tu cuerpo inerte
¡todo en ti se llenaba de bondades!
¡todo en ti se triunfaba de la muerte!

Y por fin la Madre dolorosa, la que abre y cierra la Semana Santa, la del manto azul y negro. La Virgen de los Dolores protagonista de los viernes del dolor, pero embajadora de las Glorias de su “sí”, su “hágase en mí”, que produjeron en la Historia de la Salvación.
Mi querida hermandad, de la que hermano y a la que tanto quiero, recuerdo cuando también exornaba su paso los primeros macizos de claveles blancos, y cómo no recordar a Victoriana Gomez Lobo, ¡cómo me quería!

La historia de los hombres puede llenarse de amor que nunca se termina. Por eso seguid luchando en vuestras hermandades, que son Iglesia, demos testimonio de la noticia del amor de Dios y no nos quedemos sólo con la epidermis estética, que es hermosa, ¡ya lo creo! Pero que si no acompaña la vida de la fe se puede convertir en un carnaval más.

Señora de los Dolores, corredentora del Calvario, la del segundo parto, porque en el Calvario también diste a luz a toda la humanidad.

 

VII
Dolores de mis entrañas,
que yo ya no tengo labios,
que ya no tengo requiebros
con que apagar tanto llanto.
Yo solo tengo una pena
que alma me está quemando.
¿Qué puedo decir de ti
que lo hablas todo en tu paso?
¿Qué puede decir de ti
si al mirar tu rostro amargo
descubro los mil puñales
que el alma me están segando?
No puedo hablar de tu cara,
ni de flores ni de nardos,
no puedo hablar de lo inmenso
de tu mirada al mirarnos.
¡que al hablar de Ti se llena
mi boca de tu quebranto!
Dolores de mis entrañas
que yo ya no tengo labios,
yo solo puedo decirte:
que sigas tu Viernes Santo,
sigue aromando de rosas
las esquinas y los patios,
las calles y los balcones,
los aires y los geranios.
Sigue adelante, María,
sigue llorando tu llanto,
que tu dolor no acabó
en el primer Viernes Santo.
¡que hay calvarios en la vida
y madres que sufren tanto!
La injusticia y la ambición,
el poder y el desengaño
siguen matando a tu Hijo
en todos los Viernes Santos
¡sigue adelante, María!
¡sigue con tu Viernes Santo!
¡Que este pregón, Madre mía,
por ti se está arrodillando!

La Resurrección y la Eucaristía

La Semana Santa no termina en dolor y en manto negro. Después de la Cruz viene la vida. La energía vivificadora del Espíritu Santo pasa del Padre al Hijo y del Hijo a sus hermanos los hombres. Ya no hay lugar para la tristeza porque Cristo está en ti y te sonríe. Donde está la Vida de Dios está la alegría, la fortaleza, el amor, la libertad. Cristo es persona viva, es hombre nuevo, es dinámica cósmica porque con Cristo ha resucitado también la Creación. Cristo es pan vivo, es Eucaristía y la Eucaristía es Resurrección.

 

VIII
Alzó Jesús la mano que tenía
inundada de Dios desde la altura,
y el aire se paró y una ternura
hablaba en el silencio todavía.

Como núbil paloma descendía
la mano de Jesús, toda blancura,
¡panadero de paz, su levadura,
qué hornada de perdón produciría!

Y el pan proliferó, se hizo pedazos
bajo el molino fiel de su mirada
en las aspas amantes de sus brazos.

Fue repartiendo el pan humildemente:
“Tomad, esto es mi Cuerpo” Fue
entregada,
bajó la luz al nido de su frente.

IX
Bajó la luz al nido de su frente
y se posó rendida, enamorada,
golondrina de amor apresurada
anticipando la sangre de repente.

La sangre está en su mano. Toda fuente
se vierte desde el cáliz desangrada;
es milagro de amor, que apenas nada
y aún se siga vertiendo diariamente.

Oh, fuente germinal de la pureza,
divina inundación fecundadora,
donde nace la sed de la belleza.

“Bebed, esta es mi sangre”, les decía
¡y una infinita claridad de aurora
desde el fondo del cáliz se expandía.

X
Desde el fondo del cáliz se expandía
su corazón, por libre, tan cautivo.
Sólo Judas sangraba en un furtivo
mirar. Sólo Jesús le comprendía.

Era preciso, sí, la Eucaristía,
ese milagro de entregarse vivo
a tantos judas de sentir esquivo
que en su mirada eterna presentía.

Y perdona, Señor, porque te toca,
transformar en sagrario sin pecado
la cárcel pecadora de mi boca.

Jesús Viso – Pregón de la Semana Santa 2005